domingo, 30 de enero de 2022

ENTRE MAESTROS



        Apenas faltaban diez minutos para su llegada. Desde hacía unas semanas habíamos decidido que nuestras reuniones serían en mi casa o mediante un pequeño paseo por el monte, próximo al colegio; antes de la reunión escolar de todos los martes. Poco tiempo me quedaba para terminar mi ciclo como profesora; en apenas dos meses estaría jubilada y me dedicaría a dar largos paseos, leer o escribir, como llevaba haciendo en los últimos años; además del trabajo en la huerta, ya en los meses de primavera-verano.

        Simón fuera mi alumno en infantil; un niño introvertido, de melena rubia y constitución menuda que jugaba poco al fútbol con los niños. Lo que le atraía era correr o jugar con las niñas y los niños al brilé, además de poseer una gran habilidad con el violín; instrumento que comenzó a tocar en el último curso de la Educación Infantil, con apenas cinco años.

        Por eso, cuando lo vi aparecer por la puerta de la sala de profesores, mi alegría se hizo inmensa. Conocía sus logros en el instituto o la Universidad por una vecina de mi urbanización, amiga suya. Ella, junto Simón, habían estudiado Magisterio pero, con la especialización de PT ella, y él, a través de la música; donde perfeccionó otros instrumentos, para poder dar clase a niños y niñas de todas las edades como había sido siempre su ilusión.

    ―Hola Doña Julia, siento llegar tarde. He tenido que dar una clase particular a un alumno del conservatorio.

    ―¡Te he dicho que no me llames Doña, me hace mayor! Por favor, llámame solo Julia; además, ahora somos colegas.

    ―Disculpa, sigo pensando como hace treinta años. Había que dirigirse a ti de ese modo; igual que al resto de los profesores. Es la costumbre, debes darme un poco de tiempo.

    ―¿De qué querías hablarme, que adelantaste la cita habitual de los martes?

    ―Era sobre los nuevos cambios en la ley de la enseñanza. Se están barajando nuevos puntos de vista que me cuesta entender y tu que estás acostumbrada a tantas leyes como gobernantes, me podrías orientar como debo encaminar esta situación.

        Las asignaturas artísticas tienen cada vez menos tiempo; mientras que a otras, le aumentan las horas, yo debo sintetizarlo en una semana. Hemos luchado mucho para que la música tenga el lugar que se merece, y por si fuera poco, ahora en tercero y cuarto de primaria disponen de una hora de plástica por un profesor que no se la imparte en lengua inglesa, como se venía haciendo otros años. En otros colegios, música se da en inglés, con el consiguiente descontrol para el alumno. ¿ Quien ordena todo este caos? y... ¿ha sido siempre así?

    ―Me temo que ha pasado siempre, por eso luchamos cada día por una escuela pública y universal. Cuando hay un cambio de gobierno, nos tememos lo peor. El ansia por quedar “inmortalizados” con una ley nueva, los políticos realizan constantes cambios, que  nunca llegan al final del camino. Parecemos el poema de La Odisea donde Penélope teje y desteje el jersey, ante los insistentes pretendientes, mientras Ulises no llega de su viaje.

        Por eso, siempre he pensado en una ley única y de Estado, que perdure independientemente del color político, como ocurre en los países nórdicos, donde la educación es respetada por todos los sectores de la sociedad y es indiferente ir a un colegio u otro, pues el contenido es el mismo; sea, público o privado.  Aquí tenemos tres maneras de dar clase, según estemos en público, privado o concertado. El acceso al privado es imposible para muchos padres, pero... ¿tiene más calidad o categoría el hecho de ir a un colegio privado de muchos euros en detrimento de uno público?

    ―De eso quería hablarte hoy, y por eso la urgencia. Me han llamado de Alemania para dar clases allí. Para mí sabes que es una satisfacción, y me llevo preparando toda la vida para ello. Ahora mismo estoy terminando mis prácticas, pero el futuro aquí es incierto. Me da mucha rabia el haber estudiado siempre en mi país para luego tener las oportunidades en otro lugar. Lo cierto es que allí la música se vive con absoluta pasión desde la infancia. Los niños estudian solfeo desde primaria y tocan un instrumento musical de percusión desde infantil. Respetan la música, como me gustaría que fuese aquí. Me emociona que la carrera que he elegido sea respetada y yo sentirme satisfecho y realizado. Si esto ocurriese en mi país, un sueldo elevado no sería un motivo para que me fuese.

        Me temo que nos vamos de la ciudad por un tiempo, no sabemos cuanto, quizá algunos años. Deseamos tener nuestros hijos cerca de la familia, a pesar de todo; confiamos que pueda cambiar algo dentro de unos años.

    ―Creo que me he perdido algo… “¿deseamos?”

    ―¡Ah, cierto! Elisa y yo, nos vamos juntos. Ha encontrado un trabajo como PT en un colegio próximo al mío, en Berlín. En cuanto nos instalemos te llamaremos. Espero que se te den bien las video llamadas, porque a partir de ahora tendremos dos citas semanales, vía Skipe.

    ―¡Nunca dejareis de sorprenderme, menudo secreto teníais guardado!

    ―¿Sabes que siempre fuiste nuestra profesora favorita?.

    ―Y vosotros unos grandes alumnos, pero sobre todo, os habéis convertido en unas excelentes personas; y eso, me enorgullece más.

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