viernes, 30 de diciembre de 2022

Adornos de Navidad

 


Todos los años, los pequeños adornos de Navidad estaban ocultos en una caja en el trastero de la casa de Juana. Para cogerlos debía atravesar un pequeño y empinado pasillo, que le recordaba a una montaña, para subir al desván. Bajo el rincón que dejaba la caída del tejado de dos aguas de su casa, tras un baúl de madera, que su madre trajo de la casa de la aldea cuando, muerto el abuelo, decidieron venderla y repartir todos los recuerdos de su infancia y juventud estaba la caja.

María estaba encargada. Era la única que no se hacía un chichón cuando se levantaba para coger la caja. Allí, en un rincón sin apenas luz, localizó la caja de color azul. Tenía una tapa blanca de cartón duro, al igual que la caja y en su interior estaban los adornos que siempre colocaban los abuelos: Había figuras de Belén, los Reyes magos, ovejas y pastores, el portal con María y José y hasta un niño Jesús de cristal que su abuelo Julio protegía con bolsas de prolipropileno; La pequeña figura, comprada en el mercado navideño de la ciudad de Madrid cuando hicieron el viaje de novios.

Recordaba como subían al monte a coger musgo para el Belén. Al principio, no le permitía colocar a ella el verde pero con los años demostró habilidades y una gran imaginación. Le gustaba como él la iba guiando. A pesar del movimiento de sus manos, tembloroso a veces, le ayudaba a colocar la figura con bastante esfuerzo para él. Con el tiempo, delegó más responsabilidades en ella y él, con la batuta, dirigiendo. La contemplaba con ojos llorosos. La estrella la colocaban entre los dos, pues tenía miedo que con un movimiento extraño pudiera caerse y hacerse daño.

El árbol era de plástico, los últimos 5 años había decidido cambiarlo por uno de color verde con las puntas blancas imitando nieve. Qué curioso, cuando la última nevada había sido de pocos centímetros y ya habían pasado 15 años. Recordaba que ese día no había ido a la escuela y en casa tenían el jardín con copos llenos de blanco. Hasta la playa se cubriera de blanco. Las fotos en los periódicos los dos días siguientes y en las noticias fueron habituales.

Pero desde la muerte del abuelo, hace dos años y de la abuela hace uno, las navidades cambiaron por completo. La casa familiar ya no era la de las reuniones y cada uno se repartía sin orden, intentando buscar un hueco o como si del juego de la silla se tratase, deambulábamos de un lado a otro tratando de encontrar el rincón parecido que nos aportase la familiaridad de años pasados. No lo encontramos y en lugar de ello mis padres optaron por reducir las reuniones.

Recogí de la casa de la aldea esa caja de adornos por petición de mis tíos y lo traje para la casa de mis padres. Dada la desilusión que siempre le produjo la Navidad, cuando aparecí con la caja ni pudieron mirarla. Apenas asintieron. Mi abuelo decía siempre que para trasplantar algo siempre debemos dejarla en un poco de la tierra, para que no extrañe pues siempre tenemos  morriña decía. La desplacé en la misma caja evitando, tal vez la tristeza y el acomodo anterior. Procuré colocarla en un lugar similar, ese rincón mágico y tranquilo; allí, supuse, no le afectarían los cambios.

Estos años y, aunque la tristeza se palpaba en el aire, decidí colocar el Belén como el abuelo me enseñó. Dado que coger musgo estaba prohibido, me ayudé con una de esas imitaciones de césped que encontré en una tienda de decoración. En la mesa, aquella del rincón donde siempre leía de pequeña, coloqué mi obra. Añadí algún puente y lavandera. En una zona alta y apartada, dispuse a la meiga del pueblo. Aunque no cuajaba mucho con la política religiosa, las “menciñeiras” y “curandeiras” siempre hicieron una labor social a las mujeres que no tenían recursos. La noche del 24 de diciembre inauguramos y, como si de un centro comercial se tratase, pues tenía luces. Mis padres y mis hermanos y hasta mi sobrino Lois, que me ayudó con el montaje, sacaron una sonrisa y una pequeña lagrimilla recordando a los abuelos, pues antes de llegar a la zona de nacimiento, coloqué una casa de piedra, bueno, imitación de piedra, que hice con trozos de cartón desiguales, donde puse en la entrada CASA DE LOS ABUELOS. Así, aunque no estuvieran con nosotros formaban parte de algo que cada año crecía pues cada uno pondría una pieza que formara parte de él, así en nacimiento tendría algo especial de la familia Rodríguez.

domingo, 24 de abril de 2022

VIDAS PARALELAS / EL VIEJO Y EL MAR



El viento azotaba con fuerza en el acantilado. Marian observaba como las olas golpeaban con poca intensidad sobre cabo Finisterre, sumergiéndose bajo las aguas del “fin del mundo” un sol, antes radiante. Sus pensamientos estaban en aquel día donde su vida cambió. La embarcación de Martín, su marido, recibía un golpe de mar llevando su barco al fondo en minutos. Después se diez días de búsqueda consiguieron recuperar su cuerpo en las proximidades de Cee.
Estaban a punto de iniciar un nuevo proyecto en tierra, una librería especializada en temas marineros y con literatura de varios países debido en parte, a la multitud de visitantes de diversas culturas que tenía el pueblo. Se llamaría “El viejo y el mar”, como la obra por la cual Ernest Hemingway consiguió en 1952 el premio Pulitzer, y que tanto les gustaba por su tesón, lucha y resistencia.
La vida marinera era muy cercana para los dos. Ambos vivían en una pequeña villa donde el mar, junto con el turismo, era una de las fuentes principales. La Habana era para Santiago, apodado el viejo, su lugar de residencia, y como ellos, vivía de la pesca. La constancia y la esperanza siempre positiva en el marinero experimentado le hace salir después de 81días sin capturar nada; pero conoce las corrientes y los bancos de peces y sabe que ese día, logrará pescar algo. La captura de ese pez grande es un reto de supervivencia, su mano izquierda sufre las consecuencias de la lucha, pero su mente, está lúcida. Y aunque lo consigue llevar lejos del golfo, tras la muerte del pez, inicia un retorno hacia su pueblo. Cansado, llega a tierra, no sin antes perder gran parte de la captura y aparejos en la lucha contra dos tiburones. Por eso Marian y Martín, admiran esta historia. Sus vidas estaban relegadas a un destino, pero sus ganas y su fuerza de voluntad les demostraría que podían lograrlo. La vida del viejo siempre le pone obstáculos en el camino; su edad, apariencia débil o la poca fortuna, pero a pesar de ello consigue demostrarles a todos que es capaz de hacerlo; su mente está en su aprendiz continuamente.
Marian recordaba el esfuerzo de su marido por aprender un oficio. No quería estudiar y con 16 años decidió preguntarle a los marineros mas experimentados si podía ser su aprendiz. Sus padres pensaban que esa idea se le quitaría de la cabeza pronto, por lo que no se opusieron. Aquella mañana, decidido, se acercó a Luis, el marinero mas tosco que existía en el puerto. Sus miradas eran fulminantes cuando algo no era de su gusto y no dudaba en contestar de malas maneras. Poco amigo de hipocresías, destacaba por una sinceridad hiriente que pocos, sino nadie, aceptaban en el lugar. Pero se aproximó, igual que el aprendiz se arrimó al viejo en la novela, y aún pasándolo mal en muchos momentos; aprendió del mejor las artes de pesca y gracias a él había llegado a ser el marinero que era. Se hicieron tan cómplices que lo invitó a su casa a comer. Allí fue donde conoció a su hija menor, Marián, y desde entonces sus vidas no volverían a separarse hasta la fatídica fecha.
Alcanzar esa meta que ambos tenían era lo mismo que deseaba Santiago. Quería demostrar que podía hacerlo e igual que él apareció con el esqueleto del tiburón y la cabeza en la orilla de la playa habanera; ella lograría abrir esa librería cerca del puerto y no solo conseguiría que funcionase, sino que sería un éxito. Peregrinos de múltiples nacionalidades se dirigían al pueblo para quemar sus botas ― las mismas que utilizaron para realizar el Camino de Santiago―, y allí, a los pies del faro eran muchas las marcas de ceniza que quedaban entre las rocas, testigos del esfuerzo realizado. Algunos se quedaban, otros volvían a sus lugares de origen. En la novela, Santiago volvía agotado, pero feliz y con el objetivo cumplido. Lo habría logrado, pero anhelaba mostrar su captura.
La bocina de un barco a la altura del “cementerio de los ingleses” difuminó sus pensamientos. Recordó aquel día de hace ocho años, cuando, desde en ese mismo lugar se despidía de su compañero: Su mano izquierda sujetaba una de las mitades del yin y con su mano derecha, tocaba sus labios para mandar por el aire, uno de sus besos carnosos. Al otro lado, su receptor, repetía la acción con su colgante de yang, lego al desenlace.
La muerte del pez trajo el reconocimiento como persona de Santiago, era una persona nueva capaz de, aun con la mano izquierda herida por el constante roce con el sedal, aguantar durante días la pelea con el adversario. Marian llevaba peleando con este “tiburón” durante años. Lo arrastró hacia la ciudad, pero de ahí había huido poco tiempo después. Estaba unida a ese pueblo, como el libro lo estaría a ella durante el resto de su vida. “El viejo y el mar” abriría sus puertas al día siguiente y Marian, después de un gran esfuerzo, por fin estaba… satisfecha.

domingo, 30 de enero de 2022

ENTRE MAESTROS



        Apenas faltaban diez minutos para su llegada. Desde hacía unas semanas habíamos decidido que nuestras reuniones serían en mi casa o mediante un pequeño paseo por el monte, próximo al colegio; antes de la reunión escolar de todos los martes. Poco tiempo me quedaba para terminar mi ciclo como profesora; en apenas dos meses estaría jubilada y me dedicaría a dar largos paseos, leer o escribir, como llevaba haciendo en los últimos años; además del trabajo en la huerta, ya en los meses de primavera-verano.

        Simón fuera mi alumno en infantil; un niño introvertido, de melena rubia y constitución menuda que jugaba poco al fútbol con los niños. Lo que le atraía era correr o jugar con las niñas y los niños al brilé, además de poseer una gran habilidad con el violín; instrumento que comenzó a tocar en el último curso de la Educación Infantil, con apenas cinco años.

        Por eso, cuando lo vi aparecer por la puerta de la sala de profesores, mi alegría se hizo inmensa. Conocía sus logros en el instituto o la Universidad por una vecina de mi urbanización, amiga suya. Ella, junto Simón, habían estudiado Magisterio pero, con la especialización de PT ella, y él, a través de la música; donde perfeccionó otros instrumentos, para poder dar clase a niños y niñas de todas las edades como había sido siempre su ilusión.

    ―Hola Doña Julia, siento llegar tarde. He tenido que dar una clase particular a un alumno del conservatorio.

    ―¡Te he dicho que no me llames Doña, me hace mayor! Por favor, llámame solo Julia; además, ahora somos colegas.

    ―Disculpa, sigo pensando como hace treinta años. Había que dirigirse a ti de ese modo; igual que al resto de los profesores. Es la costumbre, debes darme un poco de tiempo.

    ―¿De qué querías hablarme, que adelantaste la cita habitual de los martes?

    ―Era sobre los nuevos cambios en la ley de la enseñanza. Se están barajando nuevos puntos de vista que me cuesta entender y tu que estás acostumbrada a tantas leyes como gobernantes, me podrías orientar como debo encaminar esta situación.

        Las asignaturas artísticas tienen cada vez menos tiempo; mientras que a otras, le aumentan las horas, yo debo sintetizarlo en una semana. Hemos luchado mucho para que la música tenga el lugar que se merece, y por si fuera poco, ahora en tercero y cuarto de primaria disponen de una hora de plástica por un profesor que no se la imparte en lengua inglesa, como se venía haciendo otros años. En otros colegios, música se da en inglés, con el consiguiente descontrol para el alumno. ¿ Quien ordena todo este caos? y... ¿ha sido siempre así?

    ―Me temo que ha pasado siempre, por eso luchamos cada día por una escuela pública y universal. Cuando hay un cambio de gobierno, nos tememos lo peor. El ansia por quedar “inmortalizados” con una ley nueva, los políticos realizan constantes cambios, que  nunca llegan al final del camino. Parecemos el poema de La Odisea donde Penélope teje y desteje el jersey, ante los insistentes pretendientes, mientras Ulises no llega de su viaje.

        Por eso, siempre he pensado en una ley única y de Estado, que perdure independientemente del color político, como ocurre en los países nórdicos, donde la educación es respetada por todos los sectores de la sociedad y es indiferente ir a un colegio u otro, pues el contenido es el mismo; sea, público o privado.  Aquí tenemos tres maneras de dar clase, según estemos en público, privado o concertado. El acceso al privado es imposible para muchos padres, pero... ¿tiene más calidad o categoría el hecho de ir a un colegio privado de muchos euros en detrimento de uno público?

    ―De eso quería hablarte hoy, y por eso la urgencia. Me han llamado de Alemania para dar clases allí. Para mí sabes que es una satisfacción, y me llevo preparando toda la vida para ello. Ahora mismo estoy terminando mis prácticas, pero el futuro aquí es incierto. Me da mucha rabia el haber estudiado siempre en mi país para luego tener las oportunidades en otro lugar. Lo cierto es que allí la música se vive con absoluta pasión desde la infancia. Los niños estudian solfeo desde primaria y tocan un instrumento musical de percusión desde infantil. Respetan la música, como me gustaría que fuese aquí. Me emociona que la carrera que he elegido sea respetada y yo sentirme satisfecho y realizado. Si esto ocurriese en mi país, un sueldo elevado no sería un motivo para que me fuese.

        Me temo que nos vamos de la ciudad por un tiempo, no sabemos cuanto, quizá algunos años. Deseamos tener nuestros hijos cerca de la familia, a pesar de todo; confiamos que pueda cambiar algo dentro de unos años.

    ―Creo que me he perdido algo… “¿deseamos?”

    ―¡Ah, cierto! Elisa y yo, nos vamos juntos. Ha encontrado un trabajo como PT en un colegio próximo al mío, en Berlín. En cuanto nos instalemos te llamaremos. Espero que se te den bien las video llamadas, porque a partir de ahora tendremos dos citas semanales, vía Skipe.

    ―¡Nunca dejareis de sorprenderme, menudo secreto teníais guardado!

    ―¿Sabes que siempre fuiste nuestra profesora favorita?.

    ―Y vosotros unos grandes alumnos, pero sobre todo, os habéis convertido en unas excelentes personas; y eso, me enorgullece más.

miércoles, 29 de septiembre de 2021

 

ANCARES DE VERDE




    Si se pudiera definir un paisaje con un color, el que elegiría sería el verde para la montaña. Hace poco estuve en la montaña luguesa, en Os Ancares, y créeme si te digo que salir cada mañana al balcón y respirar ese aroma húmedo, con árboles que crecen a un ritmo lento pero firme, cargaba mis pilas para el resto del día.

   Siempre desconcierta un poco, sobre todo yo que soy de costa, el no ver algo al fondo: El color azul del mar en verano y el azul verdoso me acompañan siempre, y por mucho que libros infantiles asignen a ese color un sentimiento de tristeza para mi es casi siempre de relajación. Aun así necesito visitar la montaña de vez en cuando. Desde allí, mi vista se va al río, los castaños, construcciones en pausa o las vacas paciendo sin estrés. El sonido de pájaros o el cencerro permiten recordarme la ausencia de prisas de ese lugar. Inmersa en ese paisaje de montaña rusa, surgen nubes mañaneras que parecen dibujadas; ellas, finas y blancas, se penden del aire de Cervantes (cerca de Piornedo) para, si cabe, equilibrar un poco mas, la postal.





martes, 31 de agosto de 2021

EL DIA QUE LO CAMBIÓ TODO

 



- Porqué decidiste venir aquí?

- Después de mucho tiempo mal y leer todo tipo de libros de autoayuda decidí intentarlo contigo. Entré en tu página de Instagram y me pareciste muy coherente y sensata. Me gustaban tus post, no eran de esos prepotentes con textos difíciles o artículos periodísticos que solamente sabeis vosotros. También me gusta ese conjunto que eres tú en general, no solo eres eso, sino que también eres fisio y te gusta la buena alimentación y el Mindfullness. Fue esto lo que me llevó más si cabe que otras cosas, lo utilizas mucho y lo reinvindicas también y desde hace unos años me está interesando mucho este camino.

- Entonces eres una persona poco habladora. Eres insegura, tal vez?

- Algo de eso puede que sea, nunca me he comunicado de la misma manera con toda la gente, me han echo daño, si!

- Has practicado Yoga o Mindfullness alguna vez?

- Si, y me ayudó muchísimo! De hecho el Mindfullness me gusta mucho y en la situación que estoy ahora me ha ayudado a aprender más sobre la concentración mental y el estado físico. Hacer Yoga me gustaba mucho antes. Siempre que tenía esas clases semanales notaba que mi cuerpo descansaba y mi mente estaba con las pilas cargadas. Ahora me es un poco imposible, cargaría demasiado sobre mis piernas y eso sería perjudicial, así que procuro hacer mejor una relajación, un controlo corporal que me ayuda y me quita el gusanillo de “la vela” que es la que me encantaba. Ahora me limito a hacer “la barca”, “el embrión” o “el gato” aunque sufra mi pierna!.

-Háblame un poco de lo que te pasó en la pierna, lo que tu quieras, sin prisas, tenemos tiempo y hoy hace un día estupendo! Los barcos del puerto llevan saliendo todo el día de excursión. Apenas quedan atracados en el muelle. Las visitas a Cíes son constantes y el buen tiempo y las vacaciones ayuda. En el mar supongo que se sienten más solitarios y tranquilos, sin tantas aglomeraciones que hay por la calle. Es lo único que no me gusta del verano, esa masificación en las zonas de playa.

- Me gustan las vistas y me gusta el mar! Ha sido una buena terapia el venir aquí.

Siendo niña, con unos 9 años, vivía en un pueblo con mi madre y mi abuela materna. Jamás conocí a mi padre y a nadie de su familia. Al ser hija de madre soltera ya te puedes imaginar los comentarios, y más en un pueblo! Así que decidimos emigrar y venirnos para la costa, allí teníamos la esperanza de vivir mejor sin ser señaladas. Mi abuela nos ayudó y se vino con nosotras. Mientras mi madre trabajaba en la fábrica, ella podía quedarse conmigo, así que se trajo su máquina de coser y se dedicó a arreglar y hacer algunas prendas en casa, cosa que aprendí desde siempre con ella. Solía jugar con gente del barrio siempre, hasta ese horrible día…

- Qué pasó? Te apetece contarlo?

- Bueno… es evidente!(Se mira la pierna derecha). Cerca de mi casa pasaba un tranvía, ahora es una carretera pero ese día… ( lloros y lágrimas) no vi llegar el tranvía y crucé la vía en busca de esa pelota… y llegó el desastre… ( se tapa la cara con las manos) me cogió la pierna. Desde entonces soy una minusválida, la pobre niña y ahora señora coja, “la coja”, para ser más exactos que todo el mundo conoce por este nombre. Me he acostumbrado, quizá resignado! Si hubiese nacido en este momento no sé como sería. Ahora con 60 años entiendo lo que pasó, pero tengo momentos que necesito hablar con alguien y cicatrizar ese momento. Un minuto decidió mi vida y desde entonces no dejo de pensar en él.

- Por hoy ha sido suficiente. La charla se ha terminado! Ahora vas a tumbarte y haremos un poco de relajación! Espero que comencemos una bonita amistad, me gustaría mucho conocerte!

domingo, 8 de agosto de 2021

LO QUE HAS SEMBRADO EN MI




Hoy he ido a junto a mi padre. Después de llevar años sin ir junto a él, he cogido fuerzas y he visitado su tumba. Casi nunca le llevo flores, las considero innecesarias y de poca importancia y ahora que no está, de poco le valen.

Siempre tenía esa pelea con él sobre llevar flores y él decía que le gustaría que su tumba jamás estuviera abandonada como esas que están llenas de tierra y hojas y la gente apenas limpia. Yo le decía que lo importante era la manera de demostrar ese amor cuando estás y al irse… el recuerdo que cada día tienes de él. En eso poco nos poníamos de acuerdo!

Al recordar mi infancia con él, siempre lo veo trabajando con los azulejos, el cemento y poniendo la casa un poco acondicionada. Estaban construyendo la casa y él, albañil y cantero, algo conocía! Lo que más me gustaba era ese momento en los que estaba pegada a él, quería ayudarlo y hacer cosas juntos, quizá por eso, me ilusionó tanto cuando me dio un trozo de azulejo de esa cocina que estaba preparando y me dejó pegarla donde yo quise. Estuvo pegada durante muchísimos años, hasta que ya muerto él, tuve que quitarla. Me pasaba por el mismo sitio donde tenía que poner una tubería. Era necesario, pero sentía que una parte de mí se rompía y ese hilo que me unía a él se desvanecía. Pensaba que su recuerdo, ese recuerdo de cuando tenía cuatro años, se iba a ir difuminando y ya no volvería a mirar su imagen más. Sin embargo eso no pasó, y en mi mente está constantemente y ya no necesito tenerlo pegado para recordar ese momento, aunque me gustaría! Para qué nos vamos a engañar!

Después de aquella experiencia poco volví a saber o tocar nada un azulejo,salvo para pasar un paño y limpiarlo, pero ahora desde que he visto esas composiciones con los azulejos, como hacía Gaudí en el siglo XX, me he comenzado a interesar mucho en esa manera de representar escenas con azulejos rotos. Dibujo delfines, flores o peces, principalmente con el color azul, mi preferido. Ese color me transmite serenidad y es el color del cielo y... el de sus ojos!

Poco a poco esa nueva dirección que estaba tomando me llevaba a un camino que me gustaba y en el que me sentía segura, así que, abrí un taller donde me dedico a hacer cuadros con estos trozos e incluso algún pozo decorado de esa manera, bancos o mesas, aunque lo que más me gusta es coger un trozo de un muro con jardinera y llevar mi imaginación hasta el final. Siento que haciendo esto me siento más cerca de mi padre!

Con el paso del tiempo, y después que se fuera cuando era una niña de seis años, tras una enfermedad que lo tuvo en cama dos años, lo sentía tan cerca que hasta podía sentirlo y de hecho está presente en todo lo que hago.

Así que, a pesar de no poder ver esto físicamente, se que me estarás viendo en alguna parte y te alegrarás de lo que he conseguido y sobre todo, lo que has sembrado en mí! Y decirte que, me encanta compartir contigo, aunque estés tu en el mundo no presente y yo en el mundo presente cada momento y cada pieza que hago!

 

martes, 2 de marzo de 2021

LA PRIMERA VEZ

 


Las puertas acaban de abrirse, pero no me atrevo a pasar. La luz me ciega, me asusta y me quedo quieta, muy quieta.

La oficial me dice que avance, que ahora soy libre, se acabó sufrir más, que ya cumplí mi condena y no le debo nada a nadie, pero tengo miedo de salir!

-Lo mejor será que te sientes un poco en ese banco que tienes a tu derecha y asimiles donde estás y que es lo que quieres hacer.

-De acuerdo!, le digo, creo que es lo mejor!


Así que pongo mi bolsa con las pocas cosas que he guardado durante estos años de encierro: Cepillo de dientes, libreta donde escribo mis pensamientos, cepillo, bolígrafo y una foto de mi madre y de mi hija Sole que no he dejado que me tocasen nunca, y que toda arrugada he tenido siempre en el bolsillo de eso que se podría llamar uniforme carcelario.

Podría decirme cualquiera que ahora debía pasar página y tener una nueva vida, pero me da mucha pereza y debo enfrentarme a toda esa gente… me asusta la idea de pensar que me vuelvan a ver como la víctima, la que necesita ayuda o la que no sabe hacer nada por sí misma. Sus miradas me incomodan!

Esos eran los verdaderos monstruos, mis verdaderas tinieblas a las que debía enfrentarme y a las que debo enfrentarme.

- Seguro que no será para tanto! Decían unos y unas también.

-Ahora la gente joven no aguanta nada!

- Fue lo mejor que pudo hacer, toda la vida aguantando sus palizas y humillaciones… era normal! Hasta en plena calle, delante de sus vecinos lo humillaba…

Pero nadie decía nada, todos lo sabían pero para esa gente era normal pues no les tocaba en primera persona, ella era la que tenía que soportar sus gritos, malos modos y aberraciones cuando llegaba del bar borracho hasta no poder más!

Su hija vivió todo eso, y aunque su madre se lo intentó advertir y llevarla a su casa, ella nunca dijo que si. Se quedaba por lo de siempre, la hija!, es que lo quiero! Y lo peor de todo era que todos esos años que luchaba y vivía gracias a esa rutina que le proporcionaba su hija, su bolsa, la pequeña crisálida donde se metía cada vez que su día a día se hacía más horroroso, menguaba y menguaba hasta lograr un cierre hermético imposible de derribar en ese momento!.

Pero el día llegó y ahí si que no pudo más. Ese día llegó borracho como tantas veces, y se juntaron una serie de consecuencias. Encontrara trabajo durante unas horas y eso me permitía ser un poco yo, tener vida, pero el quería una mujer de estar en casa, con su comida en la mesa, su ropita planchada y su servicio exclusivo y yo no sé porque entré en ese juego desde el principio. Me dejé llevar… y ahora estoy aquí pagando por mis consecuencias, por no escuchar las advertencias de mucha gente y por creer en esos cuentos maravillosos de príncipes encantados!

Por eso las primeras veces son tan complicadas, se tiene tanto miedo! Hasta que se encuentra el valor, en la rabia, en el momento que trata a tu hija de esa manera, en que te levanta la mano y va la cocina e intenta agredirte. En ese momento, la primera vez se vuelve experiencia de años pasados, y la solución que encuentras es la explosión a la que tu cuerpo te lleva después de estar tantos años encerrada en esa crisálida impenetrable, que tu misma te has encargado de sellar y sellar con cola indestructible, y como si se tratara de una detonación, de un petardo de fiesta de verano, EXPLOTA! Y lo haces… le matas!

Con el tiempo te das cuenta que te han quedado cosas en el camino, que quizá fuera otra la solución, porque has dejado a una niña sin su madre, y no sabes si esa niña entenderá lo que hiciste. Tu madre te ayuda y la ha cuidado todo este tiempo, pero… tengo otra primera vez después de este tiempo encerrada, y es el reencuentro de la vida diaria con ella.

Así que lo mejor será marcharse, coger mi bolsa de los recuerdos de encierro y comenzar mi primer nuevo día en este nuevo mundo que apenas conozco.

Adornos de Navidad

  Todos los años, los pequeños adornos de Navidad estaban ocultos en una caja en el trastero de la casa de Juana. Para cogerlos debía atra...